10 HORAS EN CHARLEROI. DORMIMOS EN EL AEROPUERTO DE BRUSELAS.


Cuando llegamos al aeropuerto lo primero que hicimos fue cenar. La ensalada de macarrones que había comprado en el supermercado resultó estar muy rica. Después nos esperaba una larga noche por delante, así que comenzamos a buscar un lugar estratégico en el aeropuerto para poder pasar la noche lo más cómodos posible. Mientras cenábamos nos percatamos de unos pequeños huecos escondidos tras unos paneles, que resultaron estar altamente solicitados.

Tras recoger las maletas de las taquillas en las que habían pasado el día, comenzamos a montar nuestro pequeño, pero confortable campamento nocturno.

Después de acomodarnos, intentamos ponernos a dormir, pero a pesar de la “comodidad” del sitio (incluso teníamos enchufe allí) no podíamos dormir. Aún era pronto, serían como las diez de la noche, y la afluencia en la zona aún era abundante. Cabe destacar que nuestra pequeña morada para pernoctar, estaba casi al lado de la zona “arrives”. Gente que espera a los que llegan, gente que llega y está siendo esperada... una locura. Realmente empezaba a no ser un buen sitio.

Tras varios intentos de dormir, todos ellos fallidos debido a la afluencia continuada de personas que iban y venían, jugamos a hundir la flota.
Una hora después y tras la aplastante victoria de Miguel, tocaba dormir. Dispuestos y de nuevo acomodados nos dispusimos a dormir por fin.
Resultó que la maravillosa zona exclusiva no era tan maravillosa. Justo al lado, haciendo de pared separadora teníamos un coche de feria para niños, sospechosamente frecuentado por ellos a la una de la mañana. Padres inconscientes y conscientes les daban monedas y monedas, y de mientras sonidos, ruidos y más sonidos amenazaban nuestro sueño, pilotado por aquellos niños que en muchas (y cuando digo muchas, son muchas) ocasiones quisimos “matar”. Una hora después de semejante espectáculo por fin cogimos postura y definitivamente nos dimos las buenas noches.

Tras dos horas de profundo sueño, una persona de rostro desconocido, y digo desconocido porque para su suerte nunca llegue a verle la cara, nos increpa, despierta y no sé con qué razón ni motivo nos dice que nos levantáramos de allí. Podría explicar lo que se me paso por la cabeza en aquel momento y durante los veinte minutos posteriores, pero prefiero abstenerme no vaya a ser…Después de abandonar, injustificada y de muy mala manera la comodidad de aquel rincón, nos sentamos en unos bancos, en los que todos dormían, a intentar conciliar el sueño de nuevo. Miguel muy enfadado y somnoliento optó por café, serían las 4 de la mañana aun. Yo de nuevo acabe en el suelo, lugar frío, pero tremendamente cómodo, durmiendo hasta que sonó el despertador que anteriormente habíamos puesto.

6.00 a.m: café, con mala o buena cara, cansado o descansada comenzaba un nuevo día. Volamos a Cracovia, Polonia!


CRACOVIA. Aquí

Comentarios

CONTENIDO MÁS VISITADO