MARRUECOS; Día 2; Tour Valle de Ourika + casi nos atracan en Marrackech.

Nos despertamos a las ocho de la mañana, porque a las nueve nos recogerían para hacer la ruta del valle. El día anterior había sido agotador, así que dormimos muy bien. Demasiado bien! Cuando bajamos para irnos, la mesa de la planta de abajo del riad estaba lista para desayunar. Nos habían dicho que el desayuno estaba incluido, así que nos sentamos. Una chica que trabaja allí por las mañanas nos lo sirvió. Nos puso té, café, zumo de naranja, pan típico marroquí, crepes, mermelada de fresa y melocotón, y mantequilla. El desayuno estuvo riquísimo.


Después nos enteramos de que ese no era el desayuno que estaba incluido en el día, sino uno que nos pondrían en una parada que haríamos de camino a las montañas, así que ese día desayunamos dos veces y este primero tuvimos que pagarlo. No nos importó porque el desayuno fue muy completo y estuvo riquísimo, y solo nos costó 2€. Es lo que costaba desayunar cada día en el riad.

Por fin pasada media hora de las nueve, nos vino a recoger el encargado del riad, para llevarnos al lugar donde nos iba a recoger el chófer que nos llevaría al valle durante todo el día de hoy. El lugar de recogida era Jemaa El Fna.


Cuando llegamos allí, no había nadie, y ya era muy tarde, así que supusimos que nos habían dejado en tierra. El encargado no paraba de hablar por el móvil preocupado así que supusimos que habría algún problema. No fue así. Pasados unos minutos llegaron otros dos chicos que también harían esa excursión con nosotros. Eran un chico y una chica, y eran de Canadá.

Dieron las diez, por fin llegó la furgoneta que nos tenía que llevar. En ella venían una chica y un chico de California y dos chicas de Londres. Montamos los seis con ellos y nos fuimos. Aparte del conductor, nos acompañaba un guía, que era con el que pasaríamos la mayor parte del tiempo.

Salimos de la ciudad, y pasada una media hora hicimos la 1º parada para visitar un pueblo bereber. Nada más parar la furgoneta, cuatro o cinco vendedores esperaban nuestra bajada. Según abrimos la puerta nos abordaron vendiéndonos piedras preciosas de las montañas y collares de colores.
Entramos en una de las casas bereberes. Toda la familia nos recibió, padres, madres, niños y niñas. Las casas son como las que había en España antiguamente. Las paredes eran de adobe o barro, y sin apenas puertas entre compartimento y compartimento de la casa. La familia fue muy amable con nosotros. Tras una breve visita por la casa, donde nos contaron como vivían, llegamos a una pequeña terraza en la que nos pondrían el desayuno incluido en el tour.

Antes de eso, la señora preparó el té. Mientras lo hacía nos mostraba el procedimiento. Después nos sentamos en las mesas de la terraza y nos lo tomamos. El té estaba muy rico, era té de menta. Para acompañar el té, teníamos pan, aceite, miel y mantequilla. Después de desayunar, nos despedimos de la familia y continuamos nuestra ruta. Pasados unos minutos volvimos a hacer otra parada. Esta parada era para dar un paseo en camello. Al principio nos dijeron que duraría unos 20 minutos, pero el paseo resultó ser corto, de apenas 10 minutos. Nos montamos por parejas. El encargado de los camellos solo lleva agarrado el primero de ellos, los demás van atados al de delante formando todos ellos una fila. Esa es la forma de llevar varios camellos.


Tuve que pagar a un "domador de camellos marroquí" para que me hiciera una foto. Prácticamente todo el mundo que te presta el menor servicio te exigía propina. Son bastante aprovechados y no todos la merecen.

Nos pusieron una escalera para poder subir y comenzó la ruta. Yo iba en el camello con Noemí. Atado al camello en el que íbamos montadas llevábamos un camello pequeño blanco muy bonito. Somos las del final!
Al principio Noemí no paraba de echarse para delante diciendo que se caía, y no paraba de gritar. Estaba en estado de pánico. Después, ambas controlamos la situación. Nos reímos mucho. Después continuamos el viaje en el mini bus que nos llevaba. Hicimos una pequeña parada y el guía reservó para comer en un restaurante para la vuelta de la ruta, y nosotros aprovechamos para comprar agua. Es fundamental llevar una botella de agua pegada a ti durante todo el día, puesto que en Marruecos y sobretodo en verano, hace muchísimo calor.

VALLE DE OURIKA.

Increíbles paisajes, sorprendentes carreteras y preciosos pueblos tradicionales hacen del Valle del Ourika una de las excursiones más bonitas desde Marrakech.


A unos 60 km de Marrakech se encuentra el Valle de Ourika, el lugar perfecto para escapar del bullicio y el calor de la ciudad roja y sentir la naturaleza. La vegetación, las vistas desde la montaña y las cascadas, convierten a Ourika en uno de los principales lugares de esta zona del país.


Ya estábamos adentrándonos en las montañas y las vistas eran preciosas. Montañas a los lados del valle, del río y en las laderas, pequeños pueblos, campos sembrados que los habitantes cultivaban, señoras y chicas lavando en la orilla del río. Por los caminos paralelos a la carretera señoras con cestos a sus espaldas transportando hierba recién cortada de sus campos.


Llegamos al pueblo. La visita comienza en la aldea de Setti Fatma, que posee un encanto único. Los locales se entremezclan con los visitantes, tomando el te en la misma orilla del río Ourika. Tras observar el maravilloso paisaje, cruzamos el río para iniciar una ruta de senderismo por la montaña hasta una de las cascadas del valle. Para cruzar el río utilizamos un puente construido a mano de madera.


El río estaba poco caudaloso, apenas unos veinte o treinta centímetros de agua, aunque tenía algunas zonas un poco más profundas donde la gente, los niños de los poblados se bañaban. En el río Ourika abundan las piedras y las rocas. A pie de río hay construidos algunos restaurantes, y estos instalaban sus terrazas en las zonas menos caudalosas del río. Algo muy curioso que me resultó muy curioso.
Comenzamos a subir la montaña por senderos empedrados. Cada ciertos metros había puestos de bebida o tiendas lugareñas para comprar cosas típicas del país. A medida que subíamos las vistas mejoraban. Tras un rato caminando, subiendo por piedras, cruzando las cascadas y riachuelos que bajan de la montaña saltando de piedra en piedra, llegamos a una cascada. Allí hicimos un descanso.

La cascada es súper bonita, es bastante grande, por todos los alrededores había más personas que también estaban allí descansando y disfrutando de aquel aire puro, en mitad de aquella maravillosa naturaleza y de las magnificas vistas que se observaban. Tras la pausa de aproxi. quince o veinte minutos proseguimos la ruta. Continuamos subiendo y subiendo, aquel maravilloso paisaje. Llegamos al punto más alto de una ladera. Desde allí se observaban perfectamente todas las montañas, y otra cascada muy grande que baja por ellas, hasta caer al infinito.

Las montañas de aquella zona son muy rocosas. con escasos vegetación, pocos arboles o matorrales, solo cerca de los valles, o cerca de las caídas de agua. Desde allí, comenzamos a bajar por el lado inverso al que habíamos subido. Aquel lado era menos montañoso. Praderas que descendían en las que había pequeños pueblos asentados. A nuestro paso nos encontramos un árbol muy curioso con un tronco enorme y retorcido. Costaba bajar por la pradera porque el terreno, a pesar de estar bastante seco, era muy resbaladizo. Más de una integrante de nuestro grupo, o de otros que venían detrás, tuvo algún resbalón que le dificultó un poco la baja del valle por aquel lugar. Finalmente llegamos al punto de partida, cruzamos de nuevo el río por aquellos puentes tan característicos, y montamos de nuevo montamos en el mini bus tras disfrutar de aquella maravillosa mañana rodeados de naturaleza y magníficos paisajes en las montañas Atlas.


Era la hora de la comida, el mini bus nos llevó hasta el restaurante en el que habíamos reservado en la venida. Los camareros nos atendieron muy bien, fueron muy atentos. La comida, incluida en el viaje, estuvo muy rica. Como entrante nos pusieron unas ensaladas típicas marroquís de tomate, con especias y rodajas de naranja. De segundo varios platos, cuscús, tagine de ternera y pollo al limón. El cuscús no me gusto mucho y el pollo al limón tampoco, pero el tagine de ternera estuvo muy rico. De postre naranjas, melón y dátiles. Los dátiles me encantaron. No dejamos ni uno. Las naranjas que sobraron nos las llevamos. Nunca sabes cuándo te va a entrar en hambre y donde te vas a encontrar.


Después de disfrutar de la comida en la terraza del restaurante con unas magníficas vistas a las montañas, continuamos el viaje de vuelta. La última parada organizada en el trayecto de vuelta, era visitar un centro de plantas aromáticas medicinales.


Primero hicimos un recorrido guiado por los jardines del centro donde se cultivaban las plantas aromáticas con las que manualmente elaboraban los productos. Fue una mezcla de sensaciones y olores.


Nos mostraron la sección de los jardines donde estaban las plantas, y nos ofrecían un pedacito de cada una de ellas para que pudiéramos olerlas. También nos explicaban para servían y los diferentes tratamientos o enfermedades para las que se utilizaban. Había algunas que olían muy bien, otras no tanto, algunas conocidas, y otras que desconocíamos. Los jardines estaban cuidados y eran realmente bonitos.

Después entramos dentro del centro. A la puerta había dos señoras sentadas haciendo manualmente aceite de almendras. Nos mostraron como lo hacían. Entramos en una de las salas que tenían el lugar.


Un señor nos mostró casi todos los productos que allí había, nos explicó para que servían y nos dejó probarlos. De nuevo fue una experiencia amplia donde desarrollamos el sentido del olfato. Olimos jabones, aceites, cremas, tés. Lo que más nos gusto fue un perfume en forma de jabón de color blanco. Creo recordar que era de jazmín. Olía genial. Después de la explicación nos ofreció una hoja con los precios por si nos interesaba comprar algo. El señor fue muy simpático y muy amable con nosotros. El producto estrella es el aceite de argan.


Continuamos nuestro viaje de vuelta a Marrakech. Ya era media tarde. Le pedimos al chófer que nos dejara en un supermercado que hay en la parte nueva de la ciudad para comprar algo de comida. El chófer fue muy amable y así lo hizo. Terminaba nuestro día rodeados de naturaleza y tranquilidad y nos adentrábamos de nuevo el caótico Marrakech.



En la puerta del supermercado un chico abordó a Miguel, le empezó a contar historias, y no sé como, pero Miguel acabo dándole el número de teléfono, porque el chico se había ofrecido a ayudarnos si necesitábamos algo durante nuestra estancia. Todo fue muy raro.

Entramos en el supermercado. Tenia de todol, bastante grande, tipo Carrefour. El supermercado estaba lleno de gente, y las colas en las cajas eran inmensas y duraderas. Después de salir del supermercado pusimos rumbo al Riad. La muralla de la Medina se encontraba cerca. No sabíamos muy bien donde estábamos pero supusimos que cruzando la muralla y entrando, callejeando un poco en contrariamos rápido la plaza y en consecuencia el Riad.

Justo antes de llegar a la medina decidimos comprar tabaco. A nuestro paso encontramos un edificio donde había dentro varios departamentos. Allí había efectivamente había un kiosco, así que aconsejados por un chico, con unas pintas muy sospechosas, debo puntualizar, entramos. Era una estación creo.

Comienzan los incidentes.

El chico no se despegaba de nosotros desde el primer momento en que nos hablo, diciéndonos que allí había gente muy rara que tuviésemos cuidado al entrar. Compramos tabaco, y de repente otros cuantos chicos comenzaron a acercarse. Mientras yo cogía las bolsas que había apoyado en el suelo para pagar, noté una extraña presencia, una mano que me toca en bolsillo del pantalón, obviamente me percate y me separe. Les dije a los demás que nos fuéramos que nos estaban intentando robar. En el bolsillo llevaba la cámara de fotos. Rápidamente comenzamos a irnos, pero el chico del principio comenzó a perseguirnos, y a decirnos que no pasaba nada, a lo que yo le respondí que su amigo nos estaba intentando robar. El decía de nuevo que no pasaba nada caminando junto a nosotros mientras nosotros huíamos.

Después comenzó a pedirnos dinero por la supuesta ayuda que nos había prestado. Como no nos dejaba en paz le dimos unas monedas cada uno, a ver si así se iba de una vez. pero tuvimos semejante suerte. Se quejaba mientras nos perseguía después de hacernos la trama y llevarnos para que sus amiguitos nos dieran el palo, y quería dinero. Le damos unas putas monedas, y aun no se calla. Le parecía poco y nos exigía más cantidad. Nos negamos y ya hartos de tanto abuso le ignoramos y nos fuimos.

Continúo caminado a nuestro lado. Esta vez para hacerme la proposición de pasar esa noche que se acercaba con él. Casi vomito. La cosa se estaba pasando de la raya si no se había pasado ya. Continuamos caminando sin hablarle hasta que por fin se paró y nos observo mientras nosotros seguimos caminando más y más rápido.

Por fin cruzamos la Medina. Dentro de la Medina nada nos sonaba, así que preguntamos a dos chicos que iban con unas maletas donde se encontraba la Plaza de Jemaa El Fna. Los chicos nos indicaron por una dirección así que por allí fuimos. Caminamos mientras comenzaba a oscurecer.


Llegamos al tumulto de callejuelas del centro y todo seguía sin sonarnos, así que decidimos preguntar de nuevo. La medina de Marrakech es caótica e imposible para orientarse. Las calles estaban llenas de gente que salía de rezar o que estaba cenando ya a las puertas de las casas. Pasó un grupo de turistas así que decidimos preguntarles a ellos. Nos contaron que no era recomendable preguntar por ningún sitio a gente nativa por la calle, evitando totalmente preguntar a los hombres o niños puesto que era casi seguro que te exigiesen dinero por su contestación. La única excepción eran la mujeres, a estas se les puede preguntar sin problema alguno y sin contra prestación económica. Los turistas nos dijeron que estábamos yendo hacia el lado totalmente opuesto, así que tuvimos que deshacer el camino andado y continuar hacia el otro lado.

Ya era totalmente de noche. Las calles por las que caminábamos estaban desiertas y oscuras. Caminando y caminando un poco asustados llegamos al zoco. Los puestos estaban prácticamente recogidos y sus dueños descansaban mientras cenaban en las entradas de los mismos.


Nuevamente estábamos perdidos puesto que orientarte en las calles de los zocos es realmente difícil, porque estas son todas prácticamente iguales, así que de nuevo tuvimos que preguntar. Esta vez fue a una señora lugareña. Tras las indicaciones de la señora nos alejamos de las calles del zoco y por primera vez en hora y pico andando llegamos a un lugar conocido. Este lugar era el arco por el que cruzamos para entrar a pie el día que llegamos.

Justo en enfrente de él nos había dejado el chófer que nos trajo desde el aeropuerto y desde allí habíamos accedido por primera vez andando al Riad. Eso era muy buena señal, porque significaba que estamos muy cerca. Tras unos minutos callejeando y haciendo memoria llegamos al Riad. Por fin, la compra pesaba!

Ayour nos recibió. Nos sentamos agotados en la planta de abajo y le contamos lo ocurrido. Después nos duchamos cominos algo de lo que habíamos comprado y contratamos un tour para hacer los dos próximos días. Un viaje al desierto de Zagora. Tuvimos que pagarlo aquella noche y nos costó 80 euros.

Después como aún era pronto, aproximadamente las diez y media de la noche, fuimos a echar las postales. El día anterior se nos ocurrió la idea de mandar unas postales a España, nos dijeron que tardaban aprox. 3 días en llegar, así que si era así, llegarían 2 días antes que nosotros que era lo que pretendíamos. Correos estaba en la plaza Jemaa El Fna, a un minuto de nuestro Riad, así que nos dimos un paseo hasta allí y echamos las postales.


La plaza estaba llena de gente cenando en los puestos de comida o rodeando a gente que tocaba música y bailaba. Las noches durante el ramadán son muy activas, es en esta hora donde pueden hacer ciertas cosas que no pueden hace durante el día.

Después regresamos de nuevo al Riad y subimos a la habitación a hacer unos bocadillos para llevarnos al desierto al que iríamos mañana. Mientras Ayour dijo que nos prepararía una shisha.


Cuando bajamos, 4 chicos de Londres estaban también allí fumando con Ayour. Los chicos eran exactamente nuestra replica pero ingleses, tres chicas: castaña, rubia y morena, y un chico. Fue muy gracioso. Nos reímos mucho con aquel símil. Después nos contaron que ellos habían llegado ese mismo día del viaje del desierto y que les había gustado mucho. Una de las chicas puntualizó que lo que más le había gustado fue el cielo estrellado. No me sorprendí, porque seguramente en Londres hace años luz que no ven un cielo estrellado, al contrario que nosotros, que estamos acostumbrados a verlo donde vivimos. Así que esto inicialmente no fue una motivación para mí. Me lleve una gran sorpresa. Después de charlar un rato con ellos, (yo no me entere de mucho tengo que decir....para no variar con mi inglés) decidimos irnos a dormir.

Antes de irnos a dormir, el encargado del Riad que también estaba allí, y Ayour nos dijeron entre risas que tenían preparada una pequeña sorpresa para nosotros para cuando volviéramos de los dos días en el desierto. Aquello nos dejo desconcertados, y no pudimos dejar de cavilar y de pensar, sobre aquella sospechosa sorpresa, hasta que nos quedamos dormidos.

DÍA 3: Acampamos en el DESIERTO ZAGORA. Aquí

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