BULGARIA; CAPÍTULO 9: Sofía VI, Zoo Park y las pulseras Martenitsa.

Al día siguiente Bea, Yaiza, Diego y yo que nos quedamos solos, así que fuimos a pasar la tarde al ZooEsta bastante cerca, aunque en las afueras de la ciudad y cuesta muy poco dinero. Después de comer salimos a la calle mapa en mano buscando una parada de bus que nos llevase al Zoo. La supuesta parada por la que pasaba el autobús estaba detrás del Serdika Center, pero tras esperar una media hora en ella, y comprobar que por allí no pasaba ningún bus decidimos coger un taxi.


Cuando llegamos a Sofía pensé que lo de coger taxi para ir a los sitios sería excepcional, porque sería peligroso y nos timarían bastante, pero no fue así. Cogemos taxi para cualquier cosa, porque son muy rápidos y muy baratos. Lo de que son muy rápidos es cierto, porque la conducción que practicaban rozaba lo temerario. Los taxistas conducían muy mal, daban volantazos constantemente y eran los dueños de la ciudad. Les daban igual el resto de los conductores. Pero esto no importaba porque eran demasiado baratos, y coger un taxi a cualquier sitio de la cuidad cuesta entre 3 y 6 levas, que son aproximadamente entre 1,5 y 3 euros.


La cuidad es bastante grande. Cuenta, aproximadamente, con 2 millones y medio de habitantes.

El taxi que nos llevó al Zoo no nos costó mucho a pesar de que el taxista nos dió alguna vuelta más de la cuenta. Entrar nos costó 2 tristes levas, y contando que eso es un euro, lo que había allí dentro no podía ser demasiado impresionante.

El sitio era muy pequeño y no tardemos mucho en recorrerlo. Al principio del recorrido encontramos un árbol repleto de pulseras rojas y blancas y puesto que estábamos deseando tener alguna para poder guardarla de recuerdo y no teníamos opción a comprarlas porque no acababa de pasar la época, decidimos coger alguna a pesar de que eso no se debe de hacer. 



Las pulseras se llaman Martenitsa y son únicamente de color rojo y blanco con algunos adornos. Los búlgaros las compran el uno de marzo, que por lo visto es uno de los únicos días que las venden y se las ponen hasta la llegada de la primavera. Cuando esta comienza las pulsaras se cuelgan de los arboles que hay en los parques y las calles. Hay árboles en los que no se distinguen las ramas de la cantidad de pulseras que puede llegar a haber en ellos porque todas las personas las dejan en ellos, en algunos árboles puede llegar a haber cientos de ellas.


Dicen que las pulseras son rojas y blancas porque antiguamente para mandar un mensaje muy importante le ataron a una cigüeña una cuerda blanca pero se la apretaron con tanta fuerza que le pulsera se tiño de rojo manchada por un poco de sangre de la cigüeña. Desde entonces las pulseras son un símbolo de la ciudad. También hay unas bolas de esos mismos colores que la gente lleva prendidas en sus abrigos o colgadas de los coches.


El Zoo era muy pequeño y apenas tenía animales. Vimos un elefante, un rinoceronte, algunos leones pequeños, una pantera, un camello y muchos monos. Los monos como siempre eran los más graciosos, aunque ese día parecían estar enfadados porque pudimos ver varias peleas entre ellos. Y también había los típicos animales que están en todos los zoológicos como unas ovejas, unas cabras, algunos pájaros y más animales de ese estilo. Aparte los compartimentos en los que habitaban los animales estaban muy sucios y descuidados.


A pesar de todo eso, ese día había bastante gente en el zoo, pero a las 7 de la tarde la gente desapareció, así que nos quedamos solos en el zoo y tras una última vuelta nos fuimos para fuera porque ya estaban cerrando. Cuando salimos, cogimos para volver el autobús que no habíamos conseguido coger anteriormente, que casualmente estaba en ese momento en la puerta.



Una semana cualquiera en Sofia. capitulo-10-sofia-vii

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