BUDAPEST; Tarde en el BALNEARIO Széchenyi + noche de fiesta.
Bajamos en nuestra parada habitual de metro, Kalvin Ter. Buscábamos un sitio de comida típica húngara. Cuando caminábamos por nuestra calle en busca de algún restaurante, una señora a la que preguntamos nos recomendó uno que estaba un poco lejos y que decía que era muy bueno, pero también muy caro.
Mientras hablábamos con ella nos dimos cuenta de que justo al lado había un restaurante. Le preguntamos a la señora que opinaba de él, dijo que no sabía si tendrían goulash, que es la comida más típica, así que la señora muy amable se acercó a la entrada y preguntó por nosotras. Afirmativo!
Había goulash así que le dimos las gracias a la señora por su amabilidad y nos quedamos. Perfecto, ya teníamos sitio donde comer, sin dar apenas un paso y al lado del Hostel.
Nos sentamos. El restaurante-bar era muy bonito. Súper autentico y original con una decoración acogedora. Sin duda nos encanto el sitio desde que entramos. El chico que nos atendió fue especialmente atento con nosotras. Nos cayó muy bien. El único inconveniente es que hablaba inglés muy rápido, extremadamente rápido. Casi tanto como yo español. Pero Carlota y yo nos compenetrábamos perfectamente y lo que no entendía ella, lo entendía yo. Si no entendíamos pues decíamos “yes, yes” como al resto de la gente que no entendíamos. ;)
Pedimos un poco de todo. Una ensalada cesar, una especie de fajitas, unas tostadas de sándwich en las que untaríamos una cosa típica y la famosa sopa goulash.
El camarero nos trajo todo menos la sopa, que pensamos que nos la traería al final. Todo estuvo muy rico. Cuando terminamos, veíamos que el camarero que nos atendía ya nos había olvidado, y así fue.
Después de un rato largo de espera tras terminar todo lo demás, la sopa no llegaba, así que le preguntamos. Resultó que no la había apuntado. Al final como había pasado tanto tiempo y ya no teníamos más hambre le dijimos que no pasaba nada. Pagamos y nos fuimos. El único fin de estar allí era comer aquella sopa pero bueno, ya conocíamos el sitio y podíamos volver en otro momento.
Después de comer nos acercamos al Hostel, cogimos las cosas y fuimos al balneario. Tarde de relax tras una mañana de lo mas agotadora.
EL BALNEARIO Széchenyi.
El Balneario Széchenyi es uno de los recintos termales más grandes de Europa. Tiene 18 piscinas, 3 grandes al aire libre y 15 pequeñas en el interior. También tiene saunas y salas de masajes.
Mientras hablábamos con ella nos dimos cuenta de que justo al lado había un restaurante. Le preguntamos a la señora que opinaba de él, dijo que no sabía si tendrían goulash, que es la comida más típica, así que la señora muy amable se acercó a la entrada y preguntó por nosotras. Afirmativo!
Había goulash así que le dimos las gracias a la señora por su amabilidad y nos quedamos. Perfecto, ya teníamos sitio donde comer, sin dar apenas un paso y al lado del Hostel.
Nos sentamos. El restaurante-bar era muy bonito. Súper autentico y original con una decoración acogedora. Sin duda nos encanto el sitio desde que entramos. El chico que nos atendió fue especialmente atento con nosotras. Nos cayó muy bien. El único inconveniente es que hablaba inglés muy rápido, extremadamente rápido. Casi tanto como yo español. Pero Carlota y yo nos compenetrábamos perfectamente y lo que no entendía ella, lo entendía yo. Si no entendíamos pues decíamos “yes, yes” como al resto de la gente que no entendíamos. ;)
Pedimos un poco de todo. Una ensalada cesar, una especie de fajitas, unas tostadas de sándwich en las que untaríamos una cosa típica y la famosa sopa goulash.
El camarero nos trajo todo menos la sopa, que pensamos que nos la traería al final. Todo estuvo muy rico. Cuando terminamos, veíamos que el camarero que nos atendía ya nos había olvidado, y así fue.
Después de un rato largo de espera tras terminar todo lo demás, la sopa no llegaba, así que le preguntamos. Resultó que no la había apuntado. Al final como había pasado tanto tiempo y ya no teníamos más hambre le dijimos que no pasaba nada. Pagamos y nos fuimos. El único fin de estar allí era comer aquella sopa pero bueno, ya conocíamos el sitio y podíamos volver en otro momento.
Después de comer nos acercamos al Hostel, cogimos las cosas y fuimos al balneario. Tarde de relax tras una mañana de lo mas agotadora.
EL BALNEARIO Széchenyi.
El Balneario Széchenyi es uno de los recintos termales más grandes de Europa. Tiene 18 piscinas, 3 grandes al aire libre y 15 pequeñas en el interior. También tiene saunas y salas de masajes.
El balneario está al lado de la Plaza de los Héroes y el metro nos deja justo en la puerta. Luego descubrimos que aquella no es la entrada principal. Entrar nos costó unos 13 euros, al ser fin de semana era un poco más caro. Nos dieron nuestra pulserita para la taquilla y pasamos a los vestuarios.
LOS INCIDENTES.
Comenzó el show. No sabíamos muy bien donde teníamos que ir, así que andábamos como perdidas y locas por allí abrigas aún y con todas las cosas en las manos. Creo que la gente nos miraba. Carlota se metió en uno de los vestuarios, de estos que tienen una puerta por cada lado. Se supone que entras por una y sales por la otra, y ya vas las taquillas para dejar las cosas.
Yo de momento seguía vagando por allí. De repente comienzo a oír a Carlota alterada llamándome. Me acerco y le pregunto qué le pasa. Sofocada con la bufanda y demás ropa de abrigo puesta todavia, comienza a decirme casi gritando que quiere salir y que ha quedado encerrada, que como se sale, que no puede abrir la puerta. Yo desde fuera intentaba abrir y no podía y ella desde dentro intentaba con la pulserita, que era electrónica, por si tenía algo que ver en el asunto, pero nada.
De repente se sube a un banco que había dentro y se asoma alterada, roja y casi embolica por una rejilla que había en la parte de arriba de la puerta. Ahora si puedo asegurar que la gente nos miraba.
Yo intentaba preguntar a las personas que había por allí como se abría la puerta pero entre la tensión del momento y que no sabía cómo preguntar en ingles, nadie me entendía. Total que mientras yo intentaba preguntar por allí Carlota consiguió abrir. Después de todo, los chicos a los que yo les intentaba preguntar y que no me entendían me dijeron: “spanish girl?” a lo que yo les respondí: si, porque? Finalmente nos cambiamos y nos fuimos.
Después de que Carlota se hiciera amiga de una señora que nos hizo de guía por el balneario durante nuestros primeros diez minutos llegamos, gracias a ella, a las taquillas y a las piscinas de fuera.
Allí estábamos nosotras, a no sé cuantos grados bajo cero y en bikini. Rápidamente nos metimos en el agua. Definiré la sensación en dos palabras: oh, sí!
Las piscinas eran impresionantes. Estaban llenas de gente que apenas veías con tantos vapores. A pesar de todo y casi nada más entrar en el agua nos topamos con unos chicos españoles. Había bastante gente española por allí.
Después de estar en esa piscina y de cogerle el gustillo al asunto fuimos a otra de las de fuera, la famosa piscina de corrientes en círculo. Dicen que es fácil entrar pero difícil de salir, y tienen razón, que se lo pregunten a Carlota sino. Allí también encontramos chicos españoles, italianos etc. que no paraban de hablarnos pero no estábamos demasiado receptivas aquella tarde así que pasábamos bastante de ellos.
Después de recorrer las piscinas de fuera fuimos a las de dentro. Dentro se estaba más calentito aunque las piscinas tenían menos temperatura que las de fuera. Las 15 piscinas estaba distribuidas por diferentes salas abiertas entre ellas y cada piscina tenía una peculiaridad. Las había de agua completamente helada, de agua templada o caliente. También había un tramo de piscinas con agua de componentes especiales. El agua de las piscinas podía contener sodio, calcio, magnesio, sulfato, carbonato, hidrógeno fluoruro o cloruro entre otros, todos ellos componentes curativos y con propiedades buenísimas para la piel y la salud.
Hicimos una ruta por todas ellas, estando más tiempo en las que más nos gustaban. Obviamente las de agua fría no estaban entre ellas. Demasiado frío habíamos pasado ya.
Teníamos que aprovechar porque la parte de dentro cerraba a las siete y únicamente la de fuera permanecía abierta hasta las diez, hora a la que cerraba el balneario.
Después de hacer la ruta, serian aprox. las seis y media, volvimos a salir fuera. Mientras tanto debatíamos que haríamos aquella noche de sábado.
El plan al que habíamos llegado era el siguiente: Estaríamos en el balneario hasta las ocho más o menos, después iríamos al Hostel nos arreglaríamos y saldríamos a cenar sobre las nueve o nueve y media. Habíamos pensado cenar en el restaurante al que habíamos ido a comer.
Cenaríamos comida típica y beberíamos vino blanco para amenizar la cena y comenzar a amenizar de paso la noche. Además el bar tenía un rollo de noche después de cenar, así que pensamos en tomarnos allí también unos cocteles después de la cena. Después cogeríamos el metro e iríamos de fiesta a un dicotecón llamado Morrison´s 2 que estaba lejísimos, pero tenía tan buena pinta por internet, que fue el que elegimos para aquella noche de fiesta. El plan sonaba perfecto.
Tras veinte minutos relajadas en la piscina de fuera y ya cerca de las siete, pensamos en tomarnos un cerveza. Se podía beber, no dentro de la piscina pero si al lado. El caso era que nos daba muchísima pereza salir del agua calentita, porque estábamos tan a gusto y hacia tanto frio fuera que nos costaba tener que ir dentro hasta las taquillas a por dinero. Tras un esfuerzo incalculable lo conseguimos.
Cuando llegamos un señor que andaba por allí nos dijo que estaban cerrando y que si no nos queríamos quedar sin nuestras cosas que las sacáramos de la taquilla. No entendíamos nada porque nosotras nos queríamos quedar en las piscinas de fuera, ya sabíamos que las de dentro cerraban, pero no entendíamos porque las taquillas también. El caso fue que habíamos entrado por la puerta que no era y que si queríamos eso teníamos que haber dejado las cosas en otras taquillas que estaban en otro lado, así que al final aunque habíamos pensado quedarnos una hora más decidimos irnos. Tampoco podíamos hacer otra cosa.
Genial, teníamos una hora más de la prevista, así que nos tomamos la vuelta al Hostel con calma.
Al salir y puesto que faltaba un ratillo para cenar compramos, en un puestecillo muy bien situado justo a la entrada del metro, una masa de pan con queso que no sé cómo se llamaba, pero que recuerdo perfectamente que nos costó 500 florines y que encima estaba mala, no sabía a nada. Mientras la comíamos y ya de noche avistamos a lo lejos un castillo, así que como teníamos tiempo nos acercamos hasta allí. Era el castillo de Vajdahunyad. Cuando nos estábamos aproximando descubrimos lo inimaginable. Una estupenda, preciosa, maravillosa y apetecible pista de patinaje sobre hielo llena de gente.
Nos empezamos a replantar las cosas. Habíamos pensado emplear el domingo en ir Bratislava, Eslovaquia. Estaba muy cerca de Budapest, a dos horas y media, así que habíamos pensado coger un tren y pasar el día conociendo la ciudad. De esa manera no teníamos más días para hacer más cosas porque al siguiente ya nos íbamos. Empezamos a sopesar que nos apetecía más, si ir a Bratislava o pasar la tarde del domingo patinando. Nos decantamos por lo segundo. De aquella manera tan simple y rápida nos olvidamos por completo de ir a Bratislava.
Llegamos a casa. Nos tomamos con tanta calma el prepararnos que nos dieron las diez y media. En España eso sería una hora perfecta para cenar y salir pero en Budapest no lo fue.
Bajamos a la calle. Antes de cenar necesitábamos cambiar dinero para poder cenar, salir y hacer todo lo que teníamos pensado hacer aquella noche, así que lo primero que hicimos fue buscar un change. Cerca de allí había muchos. Después de caminar casi media hora por los alrededores pudimos comprobar que estaban todos cerrados. Genial, no teníamos dinero en florines. Después de las expectativas que nos habíamos marcado para aquella noche y ver que no se asemejaban, que eran las once y que no teníamos dinero y ni siquiera habíamos cenado, cuando lo que deberíamos era ya estar de fiesta, nuestra caras cambiaron. Sobre todo la de Carlota. Además había comenzado a llover. Qué bien estaba saliendo todo! Pensamos en cenar en el sitio en el que teníamos previsto pero ya era demasiado tarde, el chico nos ignoro cuando entramos y la gente que estaba allí ya estaba tomando algo, no cenando, así que nos fuimos. Cerca había un Burger King así que allí acabamos. Cuando llegamos vimos que estaba cerrando. No nos lo podíamos creer. En frente había un Mc Donalds. Probamos suerte y la tuvimos, cerraba a las doce. Entramos y allí estábamos, cenando en el Mc Donalds después de la maravillosa cena con vino blanco que habíamos planeado. Mientras cenábamos pensamos que podíamos hacer para arreglar aquella noche que indudablemente se estaba torciendo. Seguramente Carlota, por la cara que tenia, pensaba que aquello ya no tenía solución. No teníamos apenas dinero y era tardísimo. Tardísimo? Ni siquiera eran las doce, teníamos toda la noche por delante aun, no sé donde estaba el problema. Bueno quizás en que no teníamos dinero. Rebuscamos por los bolsillos y juntamos todo el dinero que teníamos después de haber pagado la cena. No sé cuanto seria exactamente pero escasos doce euros entre las dos. Descartamos ir a la discoteca que habíamos pensado porque teníamos que ir, pagar la entrada, emborracharnos y volver en taxi a casa, demasiado para tan poco presupuesto. Carlota propuso tomar algo por allí con el dinero que teníamos. No me gusto demasiado la opción, porque nos iba a llegar para tomar nada y menos cada una y ese no era el plan que queríamos, así que propuse ir al 24h, comprar vodka, beber chupitos hasta hártanos y luego irnos de fiesta a cualquier sitio que encontráramos abierto. Así lo hicimos. Compramos vodka, coca cola para Carlota y un limón para mí y nos fuimos al Hostel.
Ahora si eran las doce, teníamos unos siete euros, seguíamos sobrias y volvíamos al Hostel después de haber cenado en el Mc Donalds. Justo lo que habíamos planeado. A aquellas horas deberíamos estar dándolo todo en la Morrison´s 2.
Llegamos al Hostel. Mientras Carlota se quitaba las mil capas de ropa que llevaba, yo ya estaba con los chupitos. Ahora sí que no había tiempo que perder. Empezamos a beber y a hablar, y a hablar y a beber, a beber, a beber, a hablar, a beber, a hablar, a beber…
Miramos la botella de vodka, prácticamente vacía. Miramos el reloj, las 4. Hora de irse de fiesta! La noche de Budapest nos esperaba. La ciudad nos llamaba. Hora de bailar con ella.
Salimos a la calle. Seguía lloviendo. Comenzamos a caminar por una calle que conocíamos buscando alguna discoteca abierta a la que ir. Cerca había una que habíamos visto antes de ir a beber al Hostel. Nos dirigimos hacia ella, aun no había cerrado pero cuando entramos estaba completamente vacía así que nos fuimos. Seguimos caminando bajo la lluvia y llegamos por la misma calle a otra discoteca. Esta tenía mejor pinta, al menos había bastante gente en la calle. Cuando vamos a entrar emocionadas el portero nos para los pies y nos dice que van a cerrar y que ya no se puede entrar. No sé cómo, en la puerta empezamos a hablar dos chicos franceses. Nosotras teníamos ganas de fiesta y ellos parecían no haber saciado aun las suyas. Le preguntamos a una chica que estaba en la puerta si conocía alguna discoteca abierta y nos dijo que cerca de Basílica de San Esteban había una que se hacía llamar “Trafiq”, así que hacia allí nos dirigimos los cuatro. Íbamos caminando por la calle casi desierta, únicamente había algunas personas que regresaban a casa. Serian aproximadamente las cuatro y media. Mientras caminábamos entablábamos conversación con los franceses, pero nos lográbamos entendernos demasiado puesto que uno de ellos y dos de nosotras no hablábamos prácticamente inglés, pero no importaba, una mezcla de español, francés y ingles sirvió para que más o menos nos entendiéramos entre los cuatro y lo pasáramos bien durante la caminata que llevábamos y la que nos esperaba aun.
Cuando llegamos a la Basílica no encontramos nada así que volvimos a preguntar. Coincidió que pasaban por allí dos chicos así que me acerque. Resultaron ser españoles! Nos dijeron que cerca de allí, al final de una calle que bajaba todo recto había una discoteca que cerraba muy tarde que se llamaba Piaf. Cogimos aquella calle, muy lejos no podía estar. Caminamos por aquella calle oscura acompañadas de los franceses. La calle resultó ser más larga de lo que pensábamos y cuando llegamos al final de ella nuestra sorpresa fue no encontrar nada. Bueno nada exactamente no. Cuando estábamos casi al final vemos un sitio con luz, nos acercamos y leemos encima de la puerta: Morrison´s. No nos podíamos creer todo lo que habíamos caminado para llegar allí, porque supuestamente esa discoteca estaba lejísimos. Finalmente resultó que había más de una en la cuidad. Como no, estaba cerrada, pero un chico que trabaja allí salió a la puerta, y nuevamente preguntamos. Nos dijo que si caminábamos un poco más, girábamos a no sé dónde y luego a no sé cuando encontraríamos Moulin Rouge, una discoteca presuntamente abierta. Todo comenzaba a ser de risa, porque no encontrábamos nada y habíamos deambulado por la ciudad kilómetros incalculables.
A pesar de todo lo estábamos pasando bien y seguimos buscando y escuchando decir a todo el mundo al que preguntábamos que ya era muy tarde, que todo estaba cerrado. Nosotros no desistimos y caminamos a ver si llegábamos a la Moulin Rouge. Después de caminar y girar y girar calles llegamos a un cruce. Nos paramos y leemos: Piaf!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! No nos lo podíamos creer, habíamos encontrado Piaf. Creo que corrimos emocionados hacia ella. Llegamos a la puerta, en la que había bastante gente, y estaba cerrada. Un cartel ponía que cerraban a las ocho. Rápidamente nos percatamos de que había un timbre. Picamos y nos abrió una chica para vendernos las entradas, sacamos el poco dinero que teníamos y pagamos. Nos llegó y aun nos sobró algo de dinero. Con la entrada tenias para elegir entre cerveza o un cóctel. Necesitábamos un cóctel después de semejante caminata. La discoteca tenía dos plantas. Directamente fuimos a la de abajo. Estaba lleno de gente aunque el sitio no era demasiado grande. Nos acercamos a la barra a pedir la consumición que nos correspondía con la entrada. La camarera nos echa en un vaso con hielo algo de una especie de botella de gaseosa y nos lo da. Carlota se queda con la cara y indignada dice: Pero, y el alcohol? Se creía que nos estaba engañando. Probamos el cóctel y sabía a mojito así que supusimos y más tarde comprobamos que aquello ya era un preparado con alcohol y de todo. Además Carlota se empeño en no cargar con el abrigo lo que quedaba de noche allí, así que miró, y como aun teníamos dinero lo dejo en el ropero.
Nos introducimos entre la gente. Todo el mundo nos miraba. No entiendo aun porque llamábamos tanto la atención. […] Y así, entre unas cosas y otras se nos paso la noche.
Ya muy tarde, había amanecido, salimos para irnos a casa después de una imprevista pero perfecta noche en Budapest.
Decidimos caminar, aunque no sabíamos ni siquiera donde estábamos, pero no nos importo. Carlota decidió desayunar algo por el camino así que nuestro paso entramos una pastelería y entro a comprar algo mientras yo me fumaba el último cigarrillo de la cajetilla.
Se acerco al mostrador, saco todo el dinero que nos quedaba, lo puso sobre él y le dijo a la dependienta, dos, queriéndole decir que le diese dos de lo que fuera que le llegara con el poco dinero que teníamos. La dependienta le dio dos bollos le cogió algo de dinero y le devolvió aun unas monedas. Increíble. Nunca doce euros dieron para tanto.
Caminamos por la calle mientras comíamos, cuando nos dio por mirar donde estábamos. Que sorpresa, estábamos en Andrassy! Como no. Seguimos caminando dirección a casa y hablando de lo genial que había sido la noche, cuando a Carlota la da por sacar del bolsillo las vueltas que le habían dado, se pone a contar y resulta que nos llegaba para coger el metro. Lo cogimos a pesar de que ya estábamos al lado y que únicamente nos faltaban dos paradas para llegar. Bajamos en Kalvin Ter ahora sí sin nada de dinero, pero total, ya no lo necesitábamos. Nos fuimos a dormir.
DÍA 4 Patinamos sobre hielo. Aquí
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