BULGARIA; CAPÍTULO 20: VARNA
UN FIN DE SEMANA EN VARNA, Bulgaria.
DESDE SOFIA hasta VARNA en Bus.
La madrugada del 6 de Mayo de 2011 cogimos un autobús a las 7 y media, y después de coordinar como nos sentaríamos en el autobús, comenzó el viaje que nos llevaría a Varna. Desde Sofia hastaa Varna hay aprox. 6 horas. Yo me senté con Yaiza, Jaime con Miguel, Malik con una desconocida y Marina con Pablo. Pablo, es el novio de Marina, y también vino a Varna con nosotros.
Durante el viaje no ocurrió nada interesante, lo más emocionante fue ver como Malik entabló conversación, y vaya conversación, con su compañera de asiento. La pobre debía estar pensando en que maldita la hora en la que había decidido coger ese autobús... aunque a pesar de todo no tenía pinta de estar pasándolo mal del todo, porque mientras Malik dormía con el reposacabezas en la cara para que no le diera el sol, todo esto a sugerencia de su compañera, esta le fotografió. A mitad del trayecto, hicimos una parada de 15 minutos en Velico Tarnovo.
Más tarde llegamos a Varna. Al bajar del autobús lo primero que hicimos fue comer. Justo al lado de la estación de autobuses hay un centro comercial así que fuimos a allí. Comimos en restaurantes diferentes, pero nos sentamos todos en la misma mesa, están en el centro y son compartidas por todos los restaurantes. Esto es algo muy frecuente en los centros comerciales de Bulgaria.
Después cogimos un autobús que nos llevaría a las afueras de la cuidad porque el albergue que habíamos reservado estaba en un lugar cerca de Varna llamado Constantino y Elena.
La parada estaba cerca de la estación. Nos subimos en el autobús sin billete porque, según Miguel, el abono mensual de Sofía nos podía servir para coger cualquier autobús en el país, así que así lo hicimos. Aunque sospechábamos que eso no sería posible pero confiamos en que a lo largo de todo el trayecto, que serian aprox. 15 mins, no nos encontráramos con ningún revisor.
Nada más subir, una revisora rubia de avanzada edad se cruzó en nuestro camino. La señora se acercó y nos dijo que teníamos que pagar, que el abono de Sofía no servía, así que nos cobro 1,60 Levas, y a Marina que llevaba una maleta grande le dijo que tenía que pagar una leva más por ella (por la cara). Después nos indicó donde teníamos que bajar. A pesar de todo la señora era fue muy simpática.
Cuando llegamos a nuestra parada rápidamente vimos un cartel que ponía X Hostel, así se llamaba nuestro albergue. Cruzamos la carretera y comenzamos a subir una de las mil cuestas que teníamos que recorrer hasta llegar a el. Cuando llegamos al albergue entramos, y tras atravesar un frondoso jardín llegamos al edificio. El sitio estaba desierto, allí no había nadie. El albergue era un poco extraño, y tras unos minutos inspeccionándolo, apareció un señor de unos sesenta años un poco raro que nos recibió muy alegremente. Comprobamos que no tenía que ver mucho con el albergue ya que nos dijo que esperásemos un momento que iba a llamar al dueño, aunque no sé por qué extraña razón, el mismo, nos indicó cual sería nuestra habitación.
Tras unos minutos apareció un chico también muy raro, con una chica que debía ser su novia, y la cual le acompañaba en todo momento a todos los sitios. Esto fue algo que comprobamos durante toda nuestra estancia allí. Después de recibirnos y tras mantener una extraña conversación con Jaime, que se mostró muy interesado en lo que el chico le contaba, nos fuimos.
El albergue no me gusto nada, fue el peor albergue en el que he estado, además el dueño era muy raro, aunque en general todo aquel sitio lo era. Lo siguiente que hicimos fue ir a una tienda que estaba en la calle de al lado para comprar algo para beber, porque nuestro viaje a Varna se iba a basar en eso, beber y divertirnos.
Ya provistos, nos fuimos rumbo a la playa, y tras cruzar la carretera y caminar por calles en las que prácticamente solo había hoteles desiertos y jardines encontramos una pequeña playa.
Allí nos asentamos. Miguel, Yaiza y yo bebiamos vodka, como no, y los demás cerveza. Pero le faltaban bastantes cosas a aquellas copas de vodka, limón... o hielo. Aun así, las vistas eran geniales y la compañía perfecta, así que no importó. Por otro lado, los que bebían cerveza, para conseguir enfriarla, ingeniosamente la enterraron en la arena para que el agua la enfriase y más o menos funcionó.
Pasamos la tarde hablando, haciendo fotos, una pirámide humana en la arena y bebiendo, así que a medida que pasó la tarde la media botella de vodka y los casi cinco litros de Kamenitza se empezaron a notar, en unos más que en otros. :) La que más afectada estuvo fue Marina.
Cuando comenzó a hacerse de noche decidimos ir a cenar a Varna, como sabéis estamos alojados a las a fueras de la ciudad, así que cogimos el bus y nos fuimos al centro de la ciudad.
Desde la parada en la que nos había dejado el autobús vimos un McDonald’s así que no nos complicamos la vida para cenar esa noche. Teníamos hambre!
Después, justo al lado, había una bolera en la que también había billares y otros juegos, así que pasamos allí un rato hasta la hora de salir de fiesta, jugando al billar, a los dardos y bebiendo un cóctel que estaba muy rico, una Caipiroska.
Después nos fuimos de fiesta, aunque los ánimos no eran muy buenos. Estuvimos un buen rato perdidos sin saber dónde ir, deambulando por la ciudad, y sin encontrar ningún sitio por donde salir de fiesta, así que tras perseguir a un grupo de chicas y preguntar a un grupo de personas, en su mayoría colocados, a la puerta de la bolera, decidimos ir al Planet, que es una discoteca que me había recomendado mi alumna Victoria, nativa de este lugar.
Por el camino preguntamos varias veces por la dirección del Planet a varias chicas que pasaban por allí, aunque a la primera ya nos había quedado claro donde estaba. Todo era por que Malik quería ligar, a pesar de lo que dice su religión. Cosa que este se salta cuando se le antoja.
Llegamos al Planet, la música era perfecta, house. La discoteca estaba llena de chicas muy elegantes y bien vestidas. Al principio nos pusimos en una mesa pero estaba muy alejada de la gente así que Jaime y yo nos pusimos en la barra y al final acabaron viniendo los demás. Mientras estábamos allí, vimos que un señor de unos 40 años que estaba a nuestros lado, en la barra, llevaba en su espalda, metida ligeramente en su pantalón, una pistola, lo cual nos sorprendió, pero en principio no le dimos más importancia de la que tenia, aunque después de estar tranquilamente tomando algo allí sentados ocurrió lo inesperado.
El señor iba de camino al baño, cuando otro señor y su señora, que teníamos sentados justo al otro lado, vacilaron quitándole la pistola y tirándola para el suelo. El dueño de la pistola reaccionó de manera brusca, lo cual desencadenó una pelea entre ambos. Nosotros sin saber cómo ni por qué nos encontramos en medio de la misma, aunque solo como meros espectadores afortunadamente.
Entre tanto, yo conversaba con el camarero ajena a la situación que allí se estaba viviendo, porque se me había terminado la coronita e intentaba explicarle al camarero que me diese una pajita para intentar sacar el limón que en aquel momento se me había antojado, pero este no me entendía lo que le pedía y directamente me dio un limón, porque se debió temer que la cosa iba de eso.
Los porteros de la discoteca entraron para apaciguar la pelea, pero sorprendente no le echaron a la calle ni nada por el estilo, y el señor que no debía estar muy sobrio, cuando recuperó su pistola se la lanzó por los aires al señor que se la había quitado teniendo como objetivo su cabeza, y de nuevo volvieron a pelearse. Finalmente el señor recuperó su pistola y cada uno se fue por su lado. Después el señor de la pistola continuo a nuestro lado en la barra conversado con los porteros como si allí no hubiese pasado nada, lo que nos dio a entender que los porteros debían ser colegas de él, y que aquel lugar estaba lleno de mafiosos rodeados de sus “chicas”. Esa fue la impresión que tuvimos tras lo presenciado.
Posteriormente, alrededor de las dos y media de la mañana cogimos un taxi y volvimos al albergue a dormir, que aunque era pronto, por aquella noche ya lo habíamos visto todo.
SEGUNDO DÍA EN VARNA.
Al día siguiente, nos despertamos sobre las 12 de la mañana. Ese día teníamos pensado ir a las famosas termas de agua caliente de las que el dueño del albergue nos había hablado cuando llegamos, pero antes de ponernos en busca de ellas fuimos a comer.
Paramos en un restaurante que nos encontramos por el camino y que aparentemente tenía buena pinta. La comida fue un auténtico desastre porque cuando nos trajeron los platos, los demás se hicieron un lío con lo que habían pedido y para colmo a nadie le gustaba su elección. La peor parada fue Yaiza que inconscientemente pidió para comer hígado, cosa que odia, así que al final Miguel, muy caballeroso, como no, le cambio el plato, aunque al final acabaron comiendo todos de todo porque casi nada estaba bueno. Pero la guinda del pastel fue el postre.
Como en general la comida había sido mala decidimos pedir postre. En la carta tenían unos helados muy apetecibles, así que decidimos pedirnos uno, pero cuando vino el camarero nos explicó que no tenían, que lo más parecido que tenían era ese mismo helado pero en vez de en una copa de cristal en una piña. A priori suena mejor pero comprobamos que no. Fue de las peores cosas que comí en Bulgaria. No estaba nada buena y además tenían pinta de estar hecha desde hacía meses, y encima el camarero nos cobró por ellas cinco levas, una auténtica estafa, así que nos fuimos muy descontentos.
Después de esto fuimos a buscar las supuestas termas de las que el dueño del albergue le había hablado a Jaime, y tras caminar por unos senderos entre un aparente bosque llegamos a ellas.
La primera impresión fue un poco extraña, porque no eran como esperaba. Me había imaginado un lago de agua caliente en medio de un bosque bonito, y lo que resultó ser fue una piscina de agua caliente un poco sucia y con un olor no muy bueno (el agua olía a huevo cocido) al lado de la playa, eso si. Tras una pequeña deliberación a pesar de todo decidimos quedarnos. Los chicos se fueron a comprar un bañador porque pensaron que sería un lugar deshabitado y podrían bañarse en calzoncillos sin problema pero no fue así. Así que mientras tanto Yaiza y yo, que ya teníamos nuestro bikini, entramos. Bajamos por unas escaleras, las más cercanas a donde estábamos, pero resultó que por ahí no se entraba, así que tras cruzar todo el recinto por dentro de la piscina nos dijeron que teníamos que ir hasta la taquilla y sacar un ticket para poder entrar. Salimos a la puerta donde estaba la taquilla, con tan buena suerte que justo estaban saliendo una señora y su hija y nos dieron sus tickets, así que después de que la taquillera nos mirara un poco mal entramos gratis.
Esto es algo muy frecuente. La gente lo hace también habitualmente con el ticket de los autobuses urbanos, ya que los buses urbanos en Bulgaria tienen un funcionamiento distinto a los de España. Los billetes se compran en los quioscos antes de montar en el autobús, de manera que cuando tú coges el bus hay una maquinitas que te lo agujerea. Es una forma de ganar tiempo en cada parada, pero esto provoca que mucha gente coja el autobús gratis, o que existan trapicheos con los billetes. Para que esto no ocurra hay unos controladores que cogen de vez en cuando el autobús y piden que les enseñes el billete multando al que no lo tenga. Aunque muchas veces era incontrolable porque los autobuses hacen todas las paradas y siempre van muy llenos de gente así que antes de que al revisor le diese tiempo a pedir el billete, las personas que no lo tenían podían bajar sin que nadie se percatase.
Desde dentro les comunicamos lo sucedido a Pablo y a Marina que rondaban por las afueras del recinto, y tras varios intentos y mientras los vigilantes, que eran bastantes, no miraban, conseguimos lanzarle la funda de las gafas de Yaiza con los tickets para que también pudiesen entrar gratis.
Entre todo esto oímos una voz que nos llamaba desde lo lejos. Era el dueño de nuestro albergue que, como no, estaba allí. Cruzó la piscina y se acercó al bordillo, nos saludó y nos preguntó que qué tal estábamos y que donde estaban el resto de nuestros amigos. Venía acompañado por un chico al que nos presentó y que hablaba español. Posteriormente lo conoceríamos un poco más a fondo...
Después de esto llegaron los demás y rápidamente nos metimos en el agua. Nos metimos en las “termas” todos menos Marina y Pablo que decidieron darse una vuelta por allí y después se fueron al albergue.
Fuera el tiempo no era nada bueno, hacia bastante frió pero dentro del agua se estaba genial. Nos pasamos la tarde allí, desde las cinco más o menos hasta las diez de la noche que era la hora en que cerraba aquel sitio.
Fue una tarde genial, perfecta. Al principio nos dió un poco de cosa meternos allí pero cada vez nos empezó a gustar más. Rápido le empezamos a ver el encanto a aquel sitio que anteriormente nos había decepcionado, lo único que no nos gustó fue que el reciento de la piscina en general estaba bastante sucio y descuidado pero por lo demás se estaba bien.
Estaba situado al lado de la playa así que desde la piscina se podía ver el mar. Además otro punto a favor es que en ella se podía hacer lo que quisieras, aparentemente, no había normas. Se podía beber y fumar en el agua y a hacer todo lo que te apeteciera.
Al principio de la tarde cuando llegamos había madres y padres con niños, y señores y señoras mayores, pero a medida que oscurecía las madres y los padres fueron sustituidos por chicos y chicas de nuestra edad y que también eran extranjeros que trabajaban o estaban de Erasmus, porque tuvimos la ocasión de conocer allí mismo, a un grupo de chicos que también eran españoles.
Cuando ya era de noche, la piscina estaba llena de gente bebiendo y divirtiéndose. De repente el cielo comenzó a ponerse morado y empezó a tronar. Se veía como en una noche llena de nubes negras, los relámpagos iluminaban aquel cielo morado. El mar fue testigo a través del reflejo. Precioso. Jamás se me olvidará esa imagen, nunca había visto un cielo igual, fue impresionante.
Comenzó la tormenta.
Todos seguíamos en el agua.
Llovía intensamente.
A nadie le importaba la lluvia.
Fue genial.
Se acercaban la diez, que era la hora de cerrar, así que tras cinco horas metidos en el agua, decidimos salir para cambiarnos antes de que cerraran. Todo el mundo hizo lo mismo, solo algunos rezagados siguieron en el agua. Después de cambiarnos y ya de camino al albergue paramos a cenar en una pizzería que nos quedaba de camino.
Luego nos fuimos para ducharnos y prepararnos para salir de fiesta. En el albergue tenían una mini fiesta montada pero nosotros no nos unimos, porque personalmente me parecía muy raro el rollo que tenían el dueño y otras personas que también formaban parte del albergue. En aquella mini fiesta había unos chicos de Londres que también estaban hospedados en el albergue.
Mientras nosotros nos estábamos arreglando para salir nos cruzamos con ellos por el albergue, y les dijimos que nosotros teníamos pensado beber algo en nuestra habitación, que si querían que se pasasen que les invitábamos a tomar algo. Eran tres chicos y uno de ellos hablaba bastante bien español. Este era el chico que anteriormente habíamos conocido en la piscina con el dueño del albergue.
Cuando ya estábamos casi listos para salir, empezamos a beber un rato. Yo no tenía nada para mezclar así que bebí unos chupitos de vodka, y Miguel y Yaiza me acompañaron. Empezábamos bien. Pasó un rato mientras estábamos bebiendo y de repente tocaron a la puerta. Eran los chicos de Londres. Les dejamos pasar y aunque ellos traían bebida les pusimos unos chupitos de vodka!! Después de presentarnos todos, brindamos. Recuerdo que pusieron todos una cara muy rara, bueno todos no, porque uno de ellos venia con una botella también de vodka o algo parecido en la mano, así que ese ya venía entrenado.
Estuvimos todos juntos en la habitación hablando sobre nosotros y lo que hacíamos allí. Los chicos eran de nuestra edad más o menos y nos dijeron que les gustaba mucho viajar, que estaban de vacaciones en su trabajo y que habían visitado muchos países y que en esa ocasión habían decidido visitar Bulgaria. De los tres chicos solo uno de ellos hablaba con nosotros puesto que los otros dos no sabían hablar prácticamente nada de español, aunque algo sí que entendían.
Después de un largo rato hablando y bebiendo nos fuimos fiesta, y los tres chicos de Londres se unieron, porque la demás gente del albergue, con la que ellos estaban, no iban a salir.
Hacia un noche mala porque seguía lloviendo. Para ir hasta la zona de fiesta tendríamos que coger un taxi porque nuestro albergue estaba muy a las afueras de Varna, así que salimos a la calle en busca de dos taxis dado que éramos ocho. Miguel, Malik, Jaime, Yaiza y yo, y los tres chicos de Londres.
Nos reunimos todos en la puerta del albergue para ver donde nos dirigíamos a buscar los taxis. Como llovía un poquito yo me puse el pañuelo que llevaba en la cabeza y Yaiza me empezó a vacilar diciéndome que parecía rumana, los chicos de Londres que lo escucharon también se pusieron a vacilarme dándome céntimos. Yo no entendía nada, y ellos no lo sé. En ese momento pasó un coche y los chicos de Londres se pusieron a hablar con el chico que venía dentro. No sé ni quién era, ni si lo conocían. El caso fue que el chico fue muy amable y nos llamó a los taxis. Duraron muy poco en llegar. Los tres chicos de Londres y Malik se montaron en uno y los demás en otro. Todos nos dirigíamos a una discoteca del centro de Varna de la que nos habían hablado.
Cuando llegamos, para nuestra desgracia, estaba cerrada. Sin bajarnos del taxi nos pusimos de acuerdo para ir a otra distinta que estaba un poco a las afueras de Varna y de camino al albergue. La discoteca era muy grande y tenía dos salas distintas, como muchas en Bulgaria. En una de ellas se escuchaba música house y en la otra música búlgara. Nosotros por supuesto fuimos a la sala de la música house. Seria aprox. la una de la mañana y la sala estaba medio vacía. En cambio, la otra sala estaba llena de gente. Comenzaba una de las mejores noches, para algunas, de toda la estancia en Bulgaria. Aunque seguramente ya hubiese comenzado mucho antes sin que ni siquiera se hubiese dado cuenta.
Lo pasamos genial. La sala estaba cada vez más vacía. La música estaba genial, pero aun así tuvimos la mala costumbre de acercarnos al dj para que nos pusiese alguna canción. Primero Yaiza le pidió que nos pusiese alguna canción española y tras el intento fallido, yo le pedí una canción de música house que me gustaba, pero no me entendía así que opte por escribirle el nombre en un papel.
La camarera nos dejo un papel y un bolígrafo. Cuando comencé a escribir, el Dj me miraba, y al ver la canción que escribía, puso cara de entender y de saber que canción era. Yo al ver que entendía me tome la libertad de anotar alguna canción más (cuatro), pero esto no le gusto demasiado, de nuevo lo vi en su cara, así que temiendo que no pusiese ninguna, le escribí al final: “you`re very good Dj in Varna” y una cara sonriente. Mal o bien escrito, después de leer el papelme sonrió, así que supuse que le habia hecho gracia y se le habría pasado el enfado de la lista de canciones que le había hecho. Al final alguna canción de la lista sí que puso.
No sé como ocurrió pero de repente empezó a sonar una canción con letra española. Cuando levantamos la vista nos encontramos a Yaiza subida donde dj con el micrófono en la mano. Pensé que me daba algo, fue genial ver como cantaba por el micrófono en medio de una discoteca, de la que ya nos habíamos apoderado por completo, en Varna. Jamás lo hubiésemos imaginado, era como estar en casa. Rápidamente Malik y yo nos unimos. De mientras, Miguel hacia fotos desde abajo. Al final resultó que si tenía canciones españolas, así que nos puso alguna más. En ese momento ya solo quedábamos nosotros en la discoteca. Lo pasamos genial. Creo que esa noche no pudo ser mejor. Bueno miento, si que puedo ser mejor.
Nos volvimos al albergue de nuevo en taxi. Era bastante tarde, y no teníamos sueño pero si hambre, así que cuando el taxista nos dejo donde el albergue decidimos caminar hasta una gasolinera cercana que estaba abierta a comprar algo. Típico.
Volvíamos al albergue Yaiza, el chico de Londres que hablaba español y yo. Comenzó a llover suavemente y ya se estaba haciendo de día. En un cielo oscuro y muy poco despejado por la lluvia, asomaba por el horizonte un sol rojizo. Nosotros caminábamos hacia el albergue por un camino embarrado por la lluvia y rodeado de arboles de hojas verdes mientras a lo lejos contemplábamos ese precioso amanecer. Siempre recordaré el cielo de Varna.
Despertamos. Era nuestro último día en Varna. No pudimos despedirnos de los chicos de Londres porque cuando nos levantamos ellos ya habían ido. Nos habían dicho que se iban esa mañana lo más pronto que pudieran, y nosotros nos despertamos bastante tarde. Cuando nos levantamos nos dimos cuenta de que alguien había metido un papel por debajo de la puerta. Habían sido ellos. David, el chico que hablaba español, había dejado escrita en un papel su dirección de Facebook. Los chicos eran muy majos y que lo pasamos muy bien con ellos.
Recogimos nuestras cosas y nos fuimos a la parada de bus para ir, ya con las maletas, de nuevo al centro de Varna. Fuimos a comer de nuevo al McDonald’s y luego nos acercamos a dar un paseo por la playa que estaba allí al lado.
Nos quedaba muy poco tiempo porque después de comer salía el autobús que nos llevaría de regreso a Sofía después de este inolvidable fin de semana. Antes de irnos a coger el autobús a la misma estación a la que habíamos llegado, paramos en un pequeño y bonito café. Después cogimos un urbano que nos llevó definitivamente a la estación para regresar a Sofía.
REGRESAMOS A SOFIA. AQUÍ
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Comentarios
He estado mirando algo de Bulgaria y sobre todo Varna y a ver que me podías comentar.
Desde sofia si que podeis moveros a Estambul esta a 12 horas en tren pero merece muchisimo la pena. Si quieres sabes cosas mas concretas puedes preguntarme :)