BUDAPEST; DÍA 5 ÚLTIMO DÍA EN LA CIUDAD.

Amanecimos un poco más tarde de lo previsto. Era nuestra última mañana en Budapest. Desayunamos e hicimos la maleta. Se estaban acabando 5 días impresionantes en la ciudad.
Cuando recogimos todas nuestras cosas, dejamos la habitación, porque los nuevos inquilinos ya estaban allí para alojarse en nuestro lugar. Después pusimos rumbo a hacer las cosas que habíamos dejado pendientes. Lo primero seria visitar la Sinagoga Judía.


Cuando llegamos aun no había abierto a pesar de que casi eran las diez de la mañana. Preguntamos y nos dijeron que había que pagar entrada. Nosotras solo queríamos ver el árbol de la vida que se encuentra dentro de la misma, y teníamos entendido que eso era gratis. Así que volvimos a preguntar por esto y nos dijeron en el punto de información que así era. Cuando fuimos a entrar los que estaban en la puerta nos dijeron que no, que teníamos que pagar. Cada uno nos dijo una cosa. Total que volvimos a la taquilla a decir que no nos dejaban entrar y el chico que estaba allí enfadado se acerco a la puerta y se puso a discutir con el que estaba en la puerta y al final nos dejaron entrar. Toda la gente estaba haciendo cola con su entrada porque ya estaban abriendo y nosotras conseguimos entrar las primeras y sin pagar. :)

Sinagoga judía de Budapest

El Árbol de la Vida es una escultura en memoria de las víctimas del holocausto. Es un sauce llorón que lleva escrita en cada hoja el nombre de una persona muerta durante el holocausto judío. Está situado en el jardín que hay justo detrás del edificio de la sinagoga.







Después de la visita al Árbol de la Vida fuimos al Mercado Central para comprar algunas cosillas de recuerdo y comer algo antes de irnos. Recorrimos una y mil veces las tiendecillas que se alojaban en la parte de arriba. Tampoco podíamos irnos sin probar un último bocado de cualquier comida típica que vendían allí. Es esta ocasión Carlota comió una especie de salchicha con pan y queso, y yo pechuga de pollo con piña y bechamel. Estaba buenísima. Esta vez, como era más pronto, pudimos sentarnos en las mesas que había por allí y que solían estar siempre ocupadas.

Mercado Central De Budapest
Mercado Central De Budapest
Mercado Central De Budapest
Mercado Central De Budapest
Mercado Central De Budapest
Mercado Central De Budapest
Después de recorrer con calma el Mercado Central, y como teníamos algo de tiempo aún, volvimos a recorrer la orilla del Danubio, viendo de nuevo sus puentes y el monumento de los Zapatos. En esta ocasión no nevaba y se veían los zapatos mucho mejor. Dentro. o al lado de los zapatos, había velas y rosas que alguien había dejado aquel día en memoria de las víctimas y tuvimos la oportunidad de hacer unas fotos preciosas.

Castillo De Buda

Puente De Las Cadenas


Castillo De Buda
Puente De Las Cadenas




Después cogimos el metro y fuimos al Hostel a recoger las maletas. Hora de irse. El vuelo salía a las 16.20, así que serian las 15.00 más o menos en este momento. Consideramos que 1 hora y 20 min estaba bien para llegar al aeropuerto y embarcar, porque pensábamos que en 30 minutos o así llegaríamos al aeropuerto, así que, aprovechábamos al máximo en Budapest, y no tendríamos que esperar allí. 

Cogimos el metro hasta la última parada, donde enlaza con el autobús que va al aeropuerto. En el metro estaríamos apenas 10 minutos. Después bajamos y estaríamos unos 5 minutos esperando el bus. Serian las 15.20. Cogimos el bus. Pensamos que en unos 14 minutos más estaríamos ya en el aeropuerto, con casi una hora para pasar el control y buscar la puerta de embarque.

Los minutos pasaban y el bus hizo miles de paradas que ignorabamos que existían... Serian menos diez, aun no veíamos el aeropuerto.
Empezamos a preocuparnos. Carlota insistía en que sabía que el bus este duraba mucho. Eran las 16.00 y seguíamos en el bus, pero ya planeando lo que haríamos aquella noche cuando volviéramos a dormir a la ciudad. Beber palinka y salir de fiesta otra vez por Budapest. Estaba decidido.

Comenzamos a ver las terminales, resulta que había dos. Sacamos el billete y miramos a ver cual era la nuestra. Terminal 2B.
Cuando el bus paró bajamos corriendo como locas, entramos y preguntamos si estábamos en la A o en la B porque no sabíamos donde había parado el bus. Estábamos en la correcta.  Además nos dijeron que el control estaba arriba. Sofocadas y sin más contestación nos pusimos a correr hacia el control pero en direcciones opuestas, sin preocuparnos de donde estaba la otra por aquel instante. Instinto de supervivencia creo que lo llaman. Después de un instante, me giro y veo a Carlota a 30 o 40 metros de distancia. Corro en su dirección llamándola, partiéndome de risa, nerviosa por la situación y sin parar de esquivar a la gente con la maleta a rastras.  Nos reunimos y las dos nos pusimos a reír sin parar de correr.

Llegamos al control, y enfrente de mí había un reloj blanco enorme que marcaba las 16.13 pasadas. Teníamos menos de 10 minutos para pasar el control, encontrar la puerta y embarcar. Delante de nosotras había unas 10 personas, había dos colas pero aquello iba muy lento y no teníamos tiempo. Carlota decía que nos coláramos pero los que estaban delante de nosotras nos pusieron muy mala cara y no nos dejaron. Ya casi era nuestro turno, intento coger una bandeja un poco antes de tiempo para ir dejando las cosas y la mujer refunfuñona de delante forcejea conmigo por ella.

Se la dejo definitivamente y cojo otra. Igual se pensaba que se iban a acabar. Carlota ya estaba semidesnuda con todo preparado. Dejamos todo en las bandejas y pasamos. 

Nuestras maletas tardan en salir y mientras salía la bandeja con todas las cosas caídas por las cinta. Billete por un lado, DNI por otro, bufanda por otro… hacemos malabares para coger todas las cosas y por fin nos vamos.

Vamos corriendo hacia una pantalla para buscar donde teníamos que ir y leemos: A9 Boarding.
De nuevo corremos en direcciones opuestas.
Cuando por fin vamos por el lado qué era, llegamos y vemos en el monitor: Madrid, y a continuación una enorme cola. Después de 20 minutos volvimos a respirar. Embarcamos.

Cuando llegamos a Madrid ya era de noche, cenamos y montamos en el bus de vuelta a León. Comenzamos en nuestros asientos ubicados delante del todo, escuchando a más chicos y chicas que también venían de pasar aquellos días en algún país como nosotras y planeando cual sería nuestro próximo destino, quizás Cracovia, y terminamos durmiendo como troncos en los asientos de atrás del todo.

¿Budapest?

Increíble, simplemente increíble!


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